Rock-Ola y After-punk

Mucha gente nos hemos preguntado ¿Por qué la Sala Rock-Ola fue tan importante para la llamada movida madrileña? –Bueno, lo cierto es que también hubiera habido movida si no hubiese existido Rock-Ola, pero también es cierto que no era un local más ¿Qué la hacía tan especial?

Lo que se entiende por la genuina “movida madrileña” empezó muy ligada al desarrollo del movimiento Punk en España, y la aparición de grupos como Kaka de Lux, en ambientes muy locales, de barrio y un tanto “cutres”. Como bien dice Jesús Ordovás en su entrevista, uno de los principales lugares de encuentro de la gente de Madrid a la que “le iba el rollo” fue el Rastro y bares como “La Bobia”, en los que se respiraba un ambiente un tanto bohemio y moderno. No se puede decir que fuese “intelectual”, pero sí que había ciertas inquietudes artísticas que se traducían de distinta forma según los diferentes niveles culturales existentes dentro de los diversos círculos que conformaban “la movida”.
De forma que lo que empezó de manera espontánea como una manera algo más culta de divertirse, aglutinando una serie de inquietudes artísticas en ambientes un tanto “barriobajeros”, comenzó a atraer a jóvenes universitarios inconformistas, rebeldes sin causa y ansiosos por explorar el excitante mundo de la modernidad que se vislumbraba en las escasas noticias, músicas, películas, cómics y artistas que nos llegaban principalmente de Londres y de Nueva York.

Los punkies y pop-rockeros madrileños estábamos acostumbrados a acudir a pequeños locales un tanto cutres de Malasaña y otros barrios, en los que nos hacinábamos en espacios muy reducidos llenos de humo y sudor. En un rincón, se improvisaba algo que se asemejaba a un escenario. Y prácticamente nos conformábamos con que hubiese luz, agua, retretes, cerveza, micros, amplis, y una mínima decoración a base de unos pocos carteles o posters de los grupos con los que más se identificaba el propietario del garito. Todo lo demás lo ponía la gente y las ganas de divertirse, en un ambiente totalmente desenfadado, juerguista y de gran compañerismo, en el que era francamente difícil hacer distinciones entre público, organizadores y artistas.

Entonces, conforme la movida se fue sofisticando y masificando apareció en escena un nuevo tipo de local de mayor nivel y más lujoso, una especie de gran discoteca con tres pisos, varias barras, ropero, amplia pista de baile, escenario con telón, zona de relax con cómodos asientos y sofás, así como televisores en los que se ponían vídeos de los grupos más ways, todo ello con una moderna e imaginativa ambientación e iluminación. En la que además, de manera programada, se celebraban conciertos, exposiciones, fiestas, concursos y “happenings” de todo tipo. Aquella maravilla se llamaba “Rock-Ola”.

Pero claro, no todo iban a ser ventajas, surgieron algunos problemas como el asunto económico, las copas y las entradas no estaban al alcance de la mayoría de los jóvenes y modestos bolsillos “undergrounds”. El ambiente un tanto sofisticado de la sala no casaba muy bien con el look algo cutre y desarrapado de algunas tribus urbanas. Y la convivencia un tanto forzada y en ocasiones masificada de numerosos miembros de estas tribus no estaba exenta de ciertos riesgos, tensiones y enfrentamientos.

Un síntoma de esa lógica evolución hacia una mayor sofisticación y refinamiento fue cuando algunos grupos legendarios o, como se decía “de culto”, de muchos punkies de la época, como por ejemplo fueron The Stranglers o The Cramps, se bajaban del escenario en cuanto a algún gamberro exaltado le daba por ponerse a lanzar escupitajos a diestro y siniestro, guarrería que había estado de moda pocos años atrás entre los punkies más radicales.

Lo cierto es que el estilo, la estética y la programación de Rock-Ola encajaba mucho mejor dentro de lo que era el movimiento After-Punk o Postmoderno por un lado, y por otro, sobre todo en los sótanos en lo que antes se llamaba el “Markee”, se convirtió en una especie de paraíso mod.

No cabe duda que el prestar mayor atención a estos sectores más “pudientes” y de mayor “clase” resultaba más rentable a la sala desde el punto de vista económico, de seguridad y de imagen de cara al público mayoritario. Aunque quizás en esto precisamente radicó el fondo de las causas que propiciaron los tristes acontecimientos que condujeron al cierre de la sala por orden judicial en 1985.

Además, desde el punto de vista más artístico y musical, pronto empezó a observarse una creciente inclinación hacia sectores cada vez más “cultos”, selectos y postmodernos, y poco a poco se fueron abandonando las raíces Rock que le dieron nombre a la sala.

Fue un reflejo a pequeña escala de algunos de nuestros males endémicos, no sólo de España sino de muchas otras sociedades occidentales, como son: las “dictaduras” de la economía y las modas, el clasismo, el frentismo, el elitismo, el amiguismo, las mafias, los grupos de poder, etc.

Julio Rescuer

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